Comentario
El período comprendido entre los 133 y 27 a.C. será una etapa tremendamente convulsa en la historia de Roma. La compleja situación económica, social y política llevará a momentos de tensión como los vividos con los Gracos o las guerras sociales donde se enfrentarán los nobles con la plebe.
El gran paso hacia un sistema político en el que se acumula el poder en manos de una sola persona lo dará Sila. La sistematización de Sila desde su cargo de dictador (82-79) fue muy importante en tanto en cuanto supuso una ampliación de la clase dirigente y, en general, una mayor adecuación de los mecanismos estatales a la nueva situación de Roma como cabeza de un imperio mediterráneo.
Una de las consecuencias de la reforma de Sila que influyó en gran medida en la política y en el propio final de la República estriba en el hecho de que él había concentrado todo el poder político en manos del Senado, pero no sucedía lo mismo con el poder ejecutivo. Se inició un camino sin retorno que conducía constantemente al Senado a confiar el ejecutivo a un hombre fuerte, a un general que, además, fuese político. Al mismo tiempo, los populares iniciaron una enloquecida carrera por ocupar el poder, provocando un fortalecimiento del personalismo a la hora de gobernar. El fortalecimiento del poder personal conducirá a medio plazo a los triunviratos y las dictaduras de César o Augusto, suponiendo el fin de la República y el principio de una nueva etapa: el Imperio.
A pesar de tan convulsa situación, Roma sigue incorporando nuevos territorios. Cuando muera César, en el año 44 a.C., se habrá sumado al mundo romano toda la Galia. También serán provincias romanas el África Nova, Cirene y Creta. Por último, se han incorporado las provincias de Bithinia-Pontus, Cilicia, Chipre y Siria.
El Primer Triunvirato se inicia en el año 60 a.C. Pompeyo, Craso y César, como miembros de él, controlaron la vida política romana, provocando una crisis que conduciría a la desintegración del Senado y de la clase de los optimates, especialmente por las decisiones de carácter popular que se llevaron a cabo.
Entre el año 58 y 51 a.C. se desarrolla la guerra de las Galias donde César resultará vencedor, subiendo su influencia política en Roma. La candidatura de César al Senado en el año 49 a.C. provocará intensas controversias en Roma. La Curia ordenó al general que depusiese su poder y regresara a Italia. La postura beligerante del Senado -cuyas tropas serían dirigidas por Pompeyo- provocaría la Guerra Civil. La Guerra Civil que vive Roma entre 49 y 45 a.C. enfrentará a Pompeyo como líder del partido senatorial y César como jefe de los populares. Tras tomar César toda Italia en unos meses sin encontrar resistencia, las luchas se celebraron en África, Hispania y Grecia, donde tuvo lugar la definitiva batalla de Farsalia, en la que Pompeyo cayó derrotado. En Munda César venció a los hijos de Pompeyo, poniendo fin a la contienda. En el año 46 a.C. César será nombrado dictador, poniendo en marcha una reforma legislativa de carácter estatal, intentando superar los partidos. La concesión de ciudadanía, la creación de colonias o la ley agraria fueron algunas de las medidas que César dispuso antes de su asesinato en las puertas del Senado en marzo del año 44 a.C.
La llegada de Octavio a Roma tras la muerte de César, su padre adoptivo, supondrá el inicio de la carrera política del futuro Augusto. Entre los años 43 y 33 a.C. M. Antonio, Octaviano y Lépido formaron el Segundo Triunvirato para repartirse el gobierno del mundo romano. Durante este tiempo se pondrá en marcha buena parte del programa político de César. En el reparto del gobierno de las provincias entre los triunviros, le correspondió a Antonio la Cisalpina y la Galia Comata, a Lépido la Narbonense y las dos provincias de Hispania, mientras Octaviano se quedaba con las islas de Cerdeña y Sicilia además de la Numidia y Africa. Los asesinos de César, Bruto y Casio, murieron en la batalla de Filipos y con ellos cayeron los ideales republicanos.
Cuando Marco Antonio dejó de tener derechos sobre el gobierno de la Galia Cisalpina decidió coger las armas, provocando la guerra de Módena (44-43 a.C.) de la que salió vencedor el Senado. Octavio presionó a la Curia para ser designado cónsul y desde ese momento cambió su política, tomando a César como inspiración. La ruptura entre Octavio y los republicanos era un hecho.
El tratado de Bríndisi (40 a.C.) supuso la partición del territorio bajo control romano: el gobierno de Oriente quedaba en manos de Antonio, para Octavio queda el Occidente y para Lépido África. Antonio continuó la lucha contra los partos y se alió con Cleopatra, lo que fue presentado en Roma como el inicio de la sumisión de Occidente a Egipto. Esta maniobra publicitaria permitió a Octavio ganarse la voluntad del Senado y las legiones para luchar contra Antonio. La batalla de Accio (31 a.C.) ganada por Octavio motivará que éste se convierta en el único dueño del poder. En el año 27, el Senado reconoce el gran poder acumulado por Octavio y le otorga el título honorífico de Augusto, con lo que se inicia el Imperio.